miércoles, 18 de mayo de 2016

Tema 6 Pau Mujeres escritoras

Virginia Woolf



Las horas (2002) 

 dirigida por Stephen Daldry. Con Meryl Streep, Julianne Moore, Nicole Kidman, Ed Harris
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Lo primero, una obviedad: como la historia social, la historia de la literatura ha sido escrita por hombres, y estos se han mostrado muy cicateros a la hora de reconocerles méritos a las escritoras. Y otra obviedad, si la liberación de la mujer del yugo masculino se cifra en el comienzo de la llamada Modernidad (siglo XIX) con el Romanticismo, la nómina de escritoras anteriores será más bien escasa; no obstante intentaremos una reflexión sobre la escritora antes de su normalización (rescatando algunos nombres), y por supuesto en el último siglo casi en igualdad de oportunidades con los hombres (y la calidad de las autoras seleccionadas es elocuente)

Salvo el islote magnífico de la poeta Safo, apenas conocemos escritoras en época clásica grecolatina y mucho menos en los “siglos oscuros de la Edad Media” tan dada a guerreros y clerecía. En el origen de la lírica más intimista, nos encontramos con poemas puestos en boca de mujer que de manera delicada (y bellísima) se quejan de “mal de amores”, del marido o amante ausentes. Pero ni una sola mujer firma los primeros poemas con autoría.
Tienen que pasar varios siglos hasta llegar al  Barroco, época convulsa que se asemeja –en mucho- al Romanticismo. Y así surge una poeta Sor Juana Inés de la Cruz (Méjico      1651-1695)que conviene analizar no sólo por la calidad de su obra, sino por lo que representa. El poeta mejicano Octavio Paz escribió un magnifico ensayo ( “Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe”) y el título ya deja entrever que una de las escasas posibilidades que tenía una mujer para desarrollar la escritura era tomar los hábitos, ampararse en la vida de convento.
No debemos olvidar a  la española (Avila) Santa teresa de Jesús (1515-1582) que desde su misticismo radical (consideradi herético por muchos religiosos) dota de un sorprendente erotismo su acercamiento y unión con Dios

Por seguir con monjas problemáticas En 1669 aparecía en París un pequeño volumen titulado Cartas portuguesas que contenía las cinco misivas que Mariana Alcoforado, monja portuguesa del convento de Beja, en el Alentejo, había escrito al conde Chamilly, capitán de la caballería francesa que había participado en el asedio de Ferreira. La historia que había unido a ambos personajes nada tiene de particular: Mariana había sido seducida por el conde y éste, olvidadizo, había partido para Francia dando por terminada su aventura. Sin embargo, estas cartas pasaron a la historia como una de las más rotundas expresiones del amor femenino: la monja portuguesa, abnegadamente enamorada, escribía desde su celda dando rienda suelta a su pasión ensimismada, a sus quejas y desvaríos, y dejando un testimonio imperecedero -sea o no real su autoría-, un auténtico breviaro de amor.

Pero es en el siglo XIX, como ya se dijo, (arranque de lo que se denomina Modernidad) con las revoluciones sociales de todo tipo, y los movimientos estéticos del Romanticismo y Realismo, cuando las escritoras se tutean con sus coetáneos hombres y en ocasiones con resultados superiores. Sobre todo en Inglaterra con autoras como Jane Austen (Orgullo y prejuicio), las hermanas Bronté (Cumbres borrascosas 1847) o Mary Shelley.

Mary Shelley creó un mito universal Frankenstein  (1818) una noche que se encontraba con Lord Byron , su marido P. B. Shelley y Polidori. Byron les  retó a ver quién escribía la historia más terrorífica. Los demás publicaron sus relatos, pero quedó para la historia ese monumento gótico al ser deforme que viene de entre los muertos y desafía a los mismos dioses.
En España también tenemos casos muy valiosos como las gallegas
Rosalía de castro (romántica) y la realista Emilia Pardo Bazán, Por cierto, la realista Cecilia Bohl de Faber firmaba Fernan Caballero; el seudónimo en las mujeres era habitual para evitar los prejuicios de los hombres

El siglo XX se abre con escritoras interesantísimas, caso de la neoyorquina
Edith Wharton y su novela La edad de la inocencia (1920). Con una prosa minuciosa e irónica, urde una historia de amores ilícitos que en el fondo se ríe de la rígida moral de un aristocracia urbana encorsetada y que se estaba desmoronando
Pero la figura femenina que realmente marca las primeras décadas del siglo XX es Virginia Woolf, hasta el punto de que su influencia aún no se ha apagado. En un momento de  búsqueda de nuevos caminos estéticos , Virginia Woolf condensa lo mejor de esas décadas pioneras: la conciencia de que los relatos ocurren sobre todo a un nivel sicológico (magistral la señora Dalloway (1925), donde narra un día en la vida de  una mujer), de que lo poético es parte de lo narrativo (Las olas 1931), de que un narrador múltiple y un tiempo fragmentario capta mejor la realidad que el relato clásico

Y clásico, pero enormemente evocador es Memorias de Africa  (1937), de la danesa Karen on v Blixen, que firmaba Isac Dinesen. Es un relato autobiográfico donde la baronesa narra su aventura en Kenia, cuando junto con su marido invierte toda  su fortuna en poner en marcha una granja y un cafetal. El libro en muchas cosas: un reflejo del amor a una naturaleza hipnótica, un deseo de comprender a las tribus masai y kikuyu, una historia de amor trágica (lo saben quienes han visto la película protagonizada por Robert Redford )
Y también es la crónica de una mujer que tuvo que sobreponerse a la fatalidad y al machismo de un tiempo colonizador.

A continuación, mencionamos autoras que con su estilo y temática marcaron el devenir literario del siglo XX

Carson McCullers (1917-1967) nos propone la decadencia del Sur estadounidense mediante el retrato de sus miserables protagonistas; no puede dejar de sentir cierta ternura por sus personajes. Su obra, reducida a cuatro novelas y un par de colecciones de relatos, nos muestra un mundo desolador poblado por sordomudos, mirones, niñas que buscan refugio en su fantasía..
Novelas ·  El corazón es un cazador solitario (1940)  Reflejos en un ojo dorado(1941))La balada del café triste (1951)
Marina Tsvatáieva en Un espíritu prisionero recoge fragmentos de su  diario correspondientes a 1918 y 1919, relatos como "El novio" (1933), "El chino" (1934) o "Tu muerte" (1917), una selección de poemas, y el texto que da título al volumen y en el que la escritora reconstruye la vida literaria de los años veinte y treinta dentro y fuera de Rusia.
Jane Bowles       (click aquí)      A pesar de su escasísima obra narrativa –tan sólo la novela Dos damas muy serias y el libro de relatos Placeres sencillos–, la figura de Jane Bowles («esa leyenda moderna», como la calificó Truman Capote) se ha convertido en los últimos tiempos en una «figura de culto». Dos damas muy serias (1943)relata el itinerario de dos mujeres muy diferentes, en busca de su independencia y de su autenticidad. Christina Goering, rica, solterona y proclive al misticismo, busca su salvación luchando contra su naturaleza, es decir: forzándose a aventuras con desconocidos. En tanto, Frieda Copperfield quiere lograr su felicidad terrenal y no vacila en abandonar a su marido para irse a vivir con Pacífica, una joven prostituta panameña. Un doble itinerario, entre la soledad y la auto-destrucción, sin embargo tratado con un traicionero sentido del humor y comicidad .

Patricia Higsmith  Mientras en las novelas habituales del género policial la trama gira en torno al esclarecimiento de un crimen, en las suyas, Patricia Highsmith (1921-1995) prefirió profundizar en la mente de sus personajes y ahondar en la ambigüedad moral del ser humano. Veintidós novelas, diez volúmenes de relatos, un par de ensayos, voluminosos diarios y una copiosa correspondencia ha dejado la escritora estadounidense que utilizó sus propios conflictos interiores como materia prima para crear relatos que se apartan del canon de la novela policial clásica o de misterio para ingresar en los enigmas interiores de las personalidades anómalas, representadas éstas en sus libros por personajes complejos y tortuosos. Tenía debilidad por Europa. Y le transmitió su antojo a su creación, Tom Ripley, uno de los malvados más pertubadores y elegantes de la ficción. Ripley es un enamorado de la belleza y la clase. Aquí no hay callejones sino playas mediterráneas, ciudades monumentales, palacios renacentistas y cócteles en la Riviera

Tony Morrison Escritora estadounidense, Premio Nobel de Literatura en 1993. Morrison es activista contra el racismo y a favor de la igualdad de derechos de las personas negras.  En sus novelas, basadas en la injusticia social que han vivido las sociedades de afroamericanos y en la afirmación de la identidad cultural de los mismos, contrastan siempre los elementos fantásticos y mágicos con la cruda realidad que viven sus protagonistas.


Una de sus novelas más conocidas es Beloved, que también obtuvo el Premio Pulitzer en 1988, fue llevada al cine en 1998 por el cineasta J. Demme.


Y dejamos para el final a   Amélie Nothomb  Todos sus libros tratan de  las fronteras y esa maraña cosmopolita tejida en su obra quizás sea la clave del éxito global que disfruta. Las fronteras exteriores e interiores. Otras cosas también. Asuntos serios como su obsesión por la identidad, y a la vez otros rasgos más livianos, pero no menos determinantes. Una frescura y un  descaro. Un estilo directo y mordaz. Entre irónico y nihilista, siempre rápido, brillante, sorprendente, sujeto a una extraña compulsión que le lleva a escribir a veces más de tres historias al año, aunque sólo publique una.





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